jueves, 30 de agosto de 2012

HARA-KIRI: MUERTE DE UN SAMURÁI (2011) y nacimiento de un nuevo Miike




Lo mejor: La belleza y el lirismo que desprenden las imágenes
Lo peor: La dilatación del segundo flashback
Puntuación: 7/10
 
Takashi Miike, un cineasta siempre dado al exceso, parece haber encontrado en Harakiri (Seppuku) de Masaki Kobayashi la continuación del camino que ya inició con 13 asesinos hacia un cine más contenido y formalmente más clásico. Ello nos demuestra que el autor de Dead or alive (1999) es capaz de canalizar todo ese derroche visual y encauzarlo hacia un lirismo tendente a la moderación.

En este remake del filme de Kobayashi de 1962, se trata la violencia de una manera implícita. No vemos las características secuencias impetuosas a las que nos tiene acostumbrados Miike, sino que la belleza de las imágenes que contemplamos contrasta con el terrible dramatismo y la tremenda violencia que esas mismas imágenes contienen. Se podría decir que Hara-Kiri: Muerte de un samurái es una epopeya intimista con tintes de tragedia griega.

“Menos es más”, parece haber querido transmitir Miike a los espectadores contándonos una historia con una gran carga emocional y simbólica que trasciende más allá de su sencillo planteamiento. En el siglo XVII, Hanshiro, un samurái pobre, solicita llevar a cabo el suicidio ritual conocido popularmente como el Harakiri en la residencia del clan Li con el fin de morir dignamente.

Este punto de partida desgrana un relato donde el amor, la traición, la venganza, el honor, la civilización japonesa de la época y los códigos samuráis tienen lugar, pero, a pesar de centrarse en unas costumbres específicas de un período histórico concreto y de un grupo social —los samuráis— propio de una cultura diferente a la occidental, el mensaje que Miike transmite es universal.

El sufrimiento humano que los personajes padecen en el filme trasciende épocas, países y culturas. En esencia, lo que el cineasta nipón nos está expresando es el rechazo a la imposición a raja tabla de una serie de normas o leyes por parte de un poder superior incapaz de sentir compasión por los problemas ajenos. De ahí que las dos secuencias más representativas del filme sean las únicas en las que Miike nos muestra la violencia de una manera más explícita. La recreación en el harakiri con la espada de bambú refleja la cruel intolerancia del poder (por su férrea creencia en las normas de conducta samurái) hacia la piedad y, la increíble batalla final, no es otra cosa que la representación de la lucha de los valores humanos y solidarios (personificados en Hanshiro y su sed de venganza) contra la tiranía y la intransigencia (personificadas en los guerreros del clan Li y, sobre todo, en la armadura roja dentro de la residencia) del autoritarismo. 

El ritmo y la fuerza con la que inicia la película decaen en cierta medida hacia la mitad de la misma. Si el uso de flashbacks para narrar la historia genera interés en el espectador, la excesiva recreación de Miike en los hechos que llevan a Hanshiro a tomar la decisión de practicarse el harakiri, sobrecargan a la cinta de escenas que redunda en una idea que podría haber sido contada con menos minutos de metraje.

A pesar de ello, Harakiri: Muerte de un samurái se presenta como una obra de una impecable factura técnica, que desprende ternura en sus momentos más humanos y una imponente vehemencia en sus momentos más intensos, en la que la narración fluye, como si de una poesía se tratase, hacia el final trágico al que, inevitablemente, está predestinada.





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Ficha técnica

Título: Hara-Kiri, muerte de un samurái 
Título original: Seppuku
Dirección: Takashi Miike
Guión: Kikumi Yamagishi (Remake: Shinobu Hashimoto. Novela: Yasuhiko Takiguchi)
País: Japón
Año: 2011
Duración: 126 min. 
Reparto: Kôji Yakusho, Hikari Mitsushima, Ebizô Ichikawa, Eita
Distribuidora: Avalon
Productora: Shochiku Company 
Historia original: Yasuhiko Takiguchi
Música: Ryuichi Sakamoto
Vestuario: Kazuko Kurosawa 


Premios

2011: Festival de Cannes: Sección oficial a concurso  
2011 : Festival de Sitges: Sección oficial largometrajes a concurso

Tráiler 




1 comentario:

  1. La película realmente se merece una nota bastante alta, la fotografía usada para enmarcar las situación tanto en la mansión lee como en los aspectos más pobres, dando una paridad, el ritmo aunque baja, es para darle una mayor fuerza al carácter dramático de la obra. Musicalmente siempre esta en un tono preciso para ayudar a hacer la situación. Calificación global 9 es un remake muy bien logrado y tiene el toque de universalidad para ser disfrutable por muchas personas

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