miércoles, 9 de enero de 2013

AMOUR (2012), el otro amor




Lo mejor: la última secuencia, toda una lección de cine
Lo peor: que nos cueste tanto afrontar situaciones como la del filme
Puntuación: 9/10
Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, sostenía que el ser humano reprimía los recuerdos tristes o desagradables como mecanismo de defensa, afirmación que ha dado pie a una corriente psicoanalítica que mantiene que la mente del ser humano tiende a ser selectiva, prefiriendo obviar los recuerdos de las emociones negativas lo antes posible y deseando conservar los recuerdos de las emociones positivas el mayor tiempo posible. Por ello, ver una película de Michael Haneke siempre es un reto porque el director austríaco es un cineasta que te muestra, desde un realismo exacerbado, el lado más crudo de la vida de la manera más incómoda posible. Sus filmes son molestos de ver porque suponen una exposición frontal ante lo más áspero de nuestra existencia, ante lo que nuestra mente intenta apartar. Él nos lo recuerda constantemente y eso duele.

Esa es la razón por la que es difícil acabar de ver una de sus películas y valorar si has disfrutado con ella. Es una extraña contradicción la que provoca su cine, algo parecido a lo que ocurría con el cine de Pier Paolo Pasolini. Ambos son capaces de crear una singular relación de dependencia entre dos elementos antagónicos por definición: el sufrimiento y el placer. Es realmente arduo ver según que obras de sus filmografías pero, al mismo tiempo, es innegable disfrutar con el excepcional talento y habilidad que atesoran para contar historias que despiertan en el espectador un sinfín de emociones dispares.

Se podría decir que Amour, junto a Funny games (1997), son sus filmes más desgarradores hasta la fecha. Su última obra supone un durísimo retrato de nuestros últimos días vistos desde la perspectiva de una pareja de octogenarios sumidos en la decadencia de la descomposición humana y la agonía del peor final que puede depararnos esta vida. El filme contiene la dosis de desolación y pesimismo idiosincrásico de Haneke pero, en este caso, adviertes algo extraño en él, algo distinto, algo insólito en su filmografía. Amour es para Haneke lo que Rompiendo las olas (1996) fue para Lars Von Trier en cuanto ambas películas son las primeras en sus respectivas filmografías donde hay lugar a la esperanza para los personajes mediante el efecto redentor del amor. Tanto la Bess de Von Trier como la pareja de Haneke, alcanzan la paz por medio de un amor incondicional —a Dios, en el caso de Bess y entre ellos, en el caso de la pareja de ancianos— que les libera de la penuria a la que están condenados en sus vidas.

No obstante, el trayecto que hemos de recorrer en Amour hasta llegar a esa mencionada liberación, sigue la misma línea que el cineasta austríaco ha ido trazando a lo largo de su carrera. Oponiéndose a cualquier convencionalismo actual prefijado, compone una puesta en escena sobria, sin aderezos ni artificios, prácticamente aséptica y las secuencias más penosas son mostradas sin subrayado alguno, lo que dota a la película de una aridez difícil de digerir. Además, el filme carece de suspense alguno. Los hechos ocurren sin más, como la vida misma, y son presentados sin ser juzgados, tomando cierta distancia y preguntando al espectador qué opina de ellos, un habitual (a excepción de la provocativa y crítica Funny Games) de un cineasta que es más proclive al holocausto de Resnais que al de Spielberg

Dispuesto siempre a profundizar en los sentimientos más amargos y reescribir el lenguaje cinematográfico imperante, Haneke nos propina otra valiente bofetada de realismo en plena cara para que no miremos hacia otro lado y nos enfrentemos a la cruda verdad. Sin embargo, toda la violencia que anida en el núcleo de cada una de sus historias, parece haber sido sustituida, en esta película, por el amor, pero se trata de un amor que no suele ser mostrado en una pantalla de cine. Amour es la enfermedad de “en la salud y en la enfermedad”, la parte más agria de ese sentimiento pero, a la vez, la más conmovedora y es que no es nada descabellado si digo que estamos ante la obra más íntima y personal del director austríaco. Él mismo lo afirma, “Amor es mi película más tierna”, así que no hablemos más y  sentémonos a contemplar esta mayúscula obra cinematográfica.  








Crítica para votar en Filmaffinity

Ficha técnica

Título: Amour
Título original: Amour
Dirección: Michael Haneke
Guión: Michael Haneke
País: Francia, Alemania, Austria
Año: 2012
Duración: 125 min
Reparto: Isabelle Huppert, Jean-Louis Trintignant, William Shimell, Emmanuelle Riva, Rita Blanco, Laurent Capelluto 
Distribuidora: Golem Distribución 
Productora: Bayerischer Rundfunk (BR), Westdeutscher Rundfunk (WDR), Les Films du Losange, X-Filme Creative Pool, Wega Film, ARD Degeto Film 
Coproducción: Michael Katz, Veit Heiduschka 
Departamento artístico: Franck Gies, Jérôme Billa, Julie Wassef, Lilith Bekmezian, Marc Renault, Pascal Chevé
Departamento editorial: Willi Willinger, Yannick Coutheron 
Dirección artística: Thierry Poulet
Diseño de producción: Jean-Vincent Puzos
Efectos visuales: Damien Hurgon, Didier le Fouest, Olivier Blanchet
Fotografía: Darius Khondji 
Montaje: Monika Willi, Nadine Muse
Sonido: Guillaume Sciama


Premios

2012: Oscar: Mejor película de habla no inglesa. 5 Nominaciones, incluyendo película
2012: Festival de Cannes: Palma de Oro (Mejor película)  
2012: Premios del Cine Europeo: Mejor película, director, actor y actriz. 6 nominaciones
2012: Globos de Oro: nominada a mejor película de habla no inglesa
2012: Independent Spirit Awards: Nominada a Mejor película extranjera  
2012: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor película extranjera  
2012: National Board of Review (NBR): Mejor película extranjera  
2012: Asociación de Críticos de Los Angeles: Mejor película
2012: Satellite Awards: Nominada a Mejor película extranjera y mejor actriz (Riva)


Tráiler



5 comentarios:

  1. Acabo de ver la peli y me ha encantado. He ido sola pensando que iba a llorar cual Magdalena, pero no. Coincido al 100 con tu análisis: el tema es el amor, sí, ése de "en la salud y en la enfermedad". Creo que muestra de manera clara y directa la degradación por la edad, la demencia, situaciones penosas...pero, eso sí, sin regodearse ni abundar. Y es ahí donde atisbas cómo se aman y cómo se han amado ambos personajes (cosa que su hija parece no haber hecho en su vida, aun cuando...). Y el final ahora que lo pienso es como "seremos polvo, pero polvo enamorado". Bueno, eso que coincido contigo... A la peña que estaba en el cine me parece que le ha parecido bastante peñazo (son como el personaje de la Huppert). Ah y el personaje del portero en la peli, es Ramon Agirre (de Donostia, bueno de Igeldo mejor dicho...)

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    1. Estamos muy de acuerdo. La película rezuma amor por todos sus poros, pero un amor sin sentimentalismos. Crudo. Real. El que no solemos ver en el cine. Un saludo!

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  2. A mi me parece muy compleja la película y con muchas interrograntes acerca del sentido de la vida a partir del final de la misma.Presenta una soledad en la vejez, un aislamiento de la familia, cada uno está a lo suyo y es la persona la que decide que la vida ha sido bonita y a partir de un momento de falta de salud decide que no quiere seguir viviendo, si ya no tiene dignidad y no pued eofrecer nada a los demás.El la ama pero a su vez se le hace muy difícil la situación porque no tiene energías.Nos plantea que hay un momento en el que ya no vale la pena la vida y hay que retirarse.
    Fantástica la película y los actores.La última escena es demoledora.

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  3. Amor con mayúsculas. Preguntense ustedes: ¿cómo quiero estar cuándo sea viejo??? Trintignat no ha interpretado jamás un papel tan galán. Aqui es un verdadero principe azul. el principe azul con el que todas soñamos pero... ¿quién se atreve a soñarlo siquiera? A pesar de que todos llegaremos, preferimos distraernos con cantos de siernas y olvidar que esa es la meta. Por esto no me parece una película triste ni una tragedia. Me parece uan película incluso alegre, agradable. Un cuento con final feliz!

    Se imaginan que en un videojuego nos quedaramos eternamente jugando la misma batalla, una y otra vez, sin buscar las claves que nos lleven a terminar la partida... sin pasar de pantalla.

    Haneke nos muestra la meta. Pero no una meta cualquiera, no. Una meta victoriosa. Solo unos pocos privilegiados disfrutarán de ella. Los más, cada día más, moriran solos como perros abandonados.

    ¿Han visitado alguna vez una perrera?

    No. No estoy siendo melodramática. En España son temas tabú. En Francia cada año hablan de 200 000 intentos de suicidio de los que parece llegan a consumarse 12000. Dicen que por "estres laboral". ¿Qué pobre tiene que ser la vida de una persona para que el estres laboral le lleva al suicidio? ¿Y si tuviera alguien que lo amara como Trintignat ama a su esposa? ¿querría llegar a viejo?

    ¿Se imagina solo y abandonado en una residencia dónde todos los que le atienden lo hacen por dinero?

    No hay fuerza varonil comparable a la que desprende el personaje cuando despide a la joven arpía que malcuida a su esposa... "algún día alguien la tratará tan mal a usted como ha tratado usted a mi esposa". (en una peli española trataría de zumbarsela ¿?.

    ¿Se está pasando de una filosofía de vida cirenaica a una filosofía epicurea??? En España no, aun quedan muchos abuelos a los que vemos cuidarse. No nos paramos a pensar que actualmente se rompen 3 de cada 4 matrimonios, mayormente, por abandonos familiares en los que están implicadas terceras personas: vive el aqui y el ahora a costa de lo que sea.

    Me gusta esta película porque nos recuerda algo, algo que tenemos profundamente enterrado para no verlo.

    Los actores están fantásticos y la única pega que le veo es que resulta un poco lenta.

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  4. Haneke vuelve a cambiar de registro. Con 'Amour' vuelca su mirada a la vejez y el derecho de morir en paz. Los actores, fantásticos. Un saludo!

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